La violencia por consecuencia de las drogas y alcohol es algo muy habitual en la actualidad, y ante eventos masivos nos hacemos la pregunta si el personal de seguridad cuenta con los medios y capacitación necesaria para poder afrontar estas situaciones de riesgo tanto para él como para las personas involucradas en esa situación.
Hace poco, en el mes de septiembre en Majadahonda (Madrid), se desato una batalla campal de más de un millar de jóvenes contra la policía en las fiestas patronales porque no se les permitía el acceso a una carpa la cual tenía el aforo completo. También en verano otra noticia se hacía eco de una pelea en la puerta de una discoteca de Marbella (Málaga) cuando esta cerraba sus puertas.
Si hacemos una búsqueda en internet de sucesos sobre reyertas podremos ver como es una noticia muy recurrente en todo el panorama nacional.
El alcohol y las drogas están presentes en todos los estamentos de la sociedad, los jóvenes comienzan a flirtear con ellas desde muy temprana edad, alcohol y drogas parece ser la fórmula mágica para divertirse, con la connivencia de esta sociedad que a pesar de todo sigue viendo con relajada normalidad el consumo de estas sustancias con motivos lúdicos, parece que de vez en cuando, los fines de semana, en fiestas, nos excusan para recurrir a ellas para un día lúdico “perfecto”.
Independientemente de hasta donde lleguemos con el abuso de este tipo de sustancias en el tiempo, sí que podemos afirmar con rotundidad que la mezcla de estas sustancias buscando una diversión idílica provoca comportamientos violentos, que seguramente de no mediar un consumo excesivo de estas sustancias, no se producirían.
La marihuana y el hachís son sustancias depresoras del sistema nerviosos central y el alcohol se caracteriza por dos fases, excitación y depresión, por otro lado nos encontramos con otras sustancias cuya principal característica es la excitación que provocan en el organismo llevando al sujeto a la inhibición total y la pérdida del control.
La cocaína a la cabeza de estas drogas estimulantes que nos permiten aguantar lo que haga falta y otras nuevas mezclas que van saliendo al mercado con nuevos efectos de pérdida de conciencia, voluntad, realidad y que consiguen que los cuerpos policiales se encuentren con intervenciones dignas de una película de ciencia ficción.
El consumo repetido de sustancias provoca un deterioro de nuestro cerebro lo que conlleva a que perdamos la racionalidad y dejemos de ser dueños de nuestros propios actos.
Otro ejemplo habitual de violencia es en los partidos de fútbol, los hinchas rivales provocan auténticas batallas campales entre aficiones por el simple hecho de ser seguidores de equipos de futbol diferentes, quedando como si de niños pequeños se tratara para pelear, recordemos la batalla que se libró en las inmediaciones del río Manzanares en Madrid entre seguidores del Atlético de Madrid y del Deportivo, con el resultado de una persona muerta, seguidor de este último en noviembre de 2014, habiendo hasta menores implicados.
Las causas que provocan los altercados parecen ser lo de menos, una mala mirada o una palabra fuera de lugar puede desencadenar una pelea fatal y lo que es peor, muchas veces ocurre ante testigos que observan lo que sucede atónitos sin ser capaces de reaccionar ante semejante barbarie.
Los agentes de policía y el personal de seguridad son cada vez agredidos con mayor frecuencia, el perfil del agresor es el de jóvenes que ante una llamada de atención del personal de seguridad reacciona de modo violento, son actitudes que en circunstancias normales, dígase, sin estar bajo efectos de sustancias, no deberían de provocar ningún tipo de reacción violenta y que sin embargo han acabado en muerte.
Por tanto el consumo de drogas excitantes que provocan un estado de alerta general, de euforia y agitación, además de los problemas psíquicos y físicos que provocan en quienes la consumen, también son foco de conflictos de orden público cada vez más frecuentes con los que las fuerzas del orden tienen que combatir habitualmente, y es que estas personas bajo los efectos de este tipo de sustancias hace de estos verdaderos monstruos difíciles de controlar por la vía pacífica y que requiere de un tremendo esfuerzo físico poderles reducir dada la gran fuerza física que con tal estado de excitación muestran.
Para colmo de males, las nuevas sustancias que salen al mercado no hacen sino empeorar el panorama actual, drogas que provocan canibalismo entre las personas, la sumisión total para hacer cuanto se quiera sin oposición alguna, alucinaciones que pueden provocar el suicidio, entre otras muchas consecuencias.
Cada vez es más necesario que los cuerpos policiales dispongan de medios efectivos y formación especializada para poder hacer frente a esta violencia gratuita que explota en cualquier momento, pero que suele ser muy habitual en ambientes festivos o eventos masivos.
Igualmente el personal de seguridad privada que tan común es que realicen servicios unipersonales dejen de hacerlo, ya que ante situaciones como las descritas poco o nada puede hacer una persona sola ante este tipo de conductas sin sentido y de extrema violencia.