Nada nuevo digo si afirmo que hoy día con internet podemos averiguar multitud de datos de casi cualquier persona sin necesidad incluso de acudir a redes sociales. Muy a pesar de la tan nombrada protección de datos, que continuamente nos hacen firmar documentos de conformidad sin que nos paremos un momento a leer lo que dicen estas conformidades. Si bien es cierto también que se van consiguiendo mejoras, pero lejos aún de una verdadera privacidad de nuestros datos y en general de nuestras vidas.
Ponemos un nombre y apellidos de una persona que por cualquier circunstancia hemos visto o conocido y deseamos saber algo más de esta, en el afamado Google, por ejemplo, y de inmediato comienzan a aparecer datos de personas que en todo o en parte reúnen la filiación buscada.
Aquellas personas que tengan una actividad más frenética en redes sociales o que por su actividad profesional e intelectual realicen u ocupen determinados puestos aparecerán en los resultados de la búsqueda mayor número de veces.
Si se tiene algún cargo en una empresa, si se ha participado en un proceso de oposición, si se dispone de un número de teléfono fijo, etc., con gran probabilidad nuestros datos aparecerán en la búsqueda mostrando DNI, domicilio, cargos y cualquier dato que debería ser confidencial.
Incluso las fuerzas y cuerpos de seguridad y junto a estos los medios de comunicación acuden a la red en busca de información de cualquier ciudadano, unos en busca de información para la resolución de casos o para la prevención de delitos, otros, como los medios en busca de imágenes o datos de alguien que haya sido noticia de cualquier suceso.
La privacidad de nuestros datos es algo que solo a nosotros nos compete mantener más o menos oculta, y para ello las administraciones publicas en primer lugar deben de dar ejemplo y en segundo lugar deben de vigilar de cerca a las empresas para que la protección de datos sea una realidad y no solo un reglamento del que mucho se habla pero que a la hora de la verdad vemos que gotea por varios lados.
La información en la era en la que vivimos es un activo de gran importancia para muchas empresas, por ello se paga a precio de oro bases de datos que proporcionen una determinada información que a una empresa le pueda resultar de gran valor para ofertar los productos o servicios de su porfolio.
Por un lado, nosotros, el público en general no somos muy dados a proteger nuestra intimidad y pecamos de descuidados en las redes sociales permitiendo que desconocidos fisguen en nuestros datos, y es que la configuración de las redes sociales muchas veces por defecto viene en modo abierto, es decir que son las personas las que deben de tomarse su tiempo en establecer las medidas de privacidad que le interesen, algo que no todos saben hacer pecando de ingenuidad.
Por otro las administraciones públicas como garantes de los derechos de los ciudadanos deben realizar una estrecha vigilancia para que se respete la privacidad de nuestros datos, pero son precisamente las administraciones las que en muchas ocasiones exponen datos privados, y es que la transparencia que los organismos públicos quieren mostrar choca por otro lado con la protección de datos de los ciudadanos, ya que estos hacen públicos documentos en los que figuran datos personales de ciudadanos que por ejemplo participan en un proceso de selección para un empleo público, y que en la era telemática quedan publicados en la red durante años.
En un último escalón están las empresas, en los últimos meses con la modificación de la protección de datos raro ha sido la empresa del tipo que sea que de un modo u otro nos ha hecho aceptar la política de privacidad, pero que la mayoría de los ciudadanos siguen desconociendo, porque quien se para a leer los textos que nos ponen delante cuando estamos realizando una compra, haciendo una consulta o simplemente llevamos prisa.
Por tanto nos encontramos con un choque, digamos, de intereses, la transparencia de unos por hacerlo todo público y por otro la privacidad de nuestros datos que toda persona debe de tener siendo esta la que libremente facilite a quien desee el acceso a sus redes sociales o a los datos que estime oportunos ,sin que para desaparecer de una base de datos deba de buscar en la letra pequeña y realizar llamadas y escritos para conseguir desaparecer, algo que produce en demasiadas ocasiones pereza al ciudadano que lo dejar pasar.
Así nos encontramos, que a parte de los datos de las páginas amarillas, hoy día pueden saber mas de nosotros de lo que nos figuramos.