La inmigración en España o en el mundo no es algo nuevo, las personas siempre se han movido de un lugar a otro en busca de mejores condiciones de vida, en España concretamente en su historia más reciente fue un país de emigrantes habiendo cambiado su papel en los últimos años para ser un país de inmigrantes.
Esta situación se produce una vez que la economía Española se desarrolla y por tanto demanda más mano de obra de la que dispone, lo que atrae finalmente a personas de diferentes nacionalidades en busca de nuevas oportunidades que sus países de origen no les puede ofrecer.
Aunque cuando hablamos de inmigración en España nos viene a la mente todas aquellas personas, normalmente de origen subsahariano o árabe mayoritariamente, que llegan en pateras a nuestras costas, lo cierto es que dicho fenómeno abarca algo mucho más amplio con más personas implicadas.
Esta idea que se tiene de la inmigración nos llega por los medios de comunicación con noticias como en los últimos días, con la llegada de una embarcación con unos 600 inmigrantes rescatados en el mar y en pésimas condiciones de salud, al puerto de Valencia, y en estos momentos se espera otra embarcación, con menos personas, en el puerto de Barcelona.
Estas personas rescatadas provienen de países en guerra o gobernados por dictaduras absolutas donde no se respetan los derechos más fundamentales de las personas, los que les obliga a salir de sus casas en busca de algo mejor allí donde se lo puedan ofrecer.
La llegada del buen tiempo es cuando más intentan huir de sus países de cualquier manera, pagando por ello a mafias que se lucran de las necesidades de estas personas embarcándolas en barcas sin las mínimas garantías de seguridad y con exceso de pasajeros acabando en demasiadas ocasiones naufragando en el medio del mar.
Ser receptor de personas extranjeras es sinónimo de poseer una sociedad desarrollada económicamente y socialmente al que muchas personas desean pertenecer.
La inmigración controlada no suele ser foco de polémicas, entendiendo como tal a aquella en la que las personas que vienen a un país lo hacen con el fin de trabajar, bien con un contrato de trabajo firmado en origen o bien con la finalidad de conseguirlo en un breve periodo de tiempo, conociendo el idioma y el funcionamiento social del país de destino.
Muchas de estas personas proceden de países con economías más débiles, que cuando han mejorado o las perspectivas de nuestro país no han sido satisfactorias han vuelto a sus orígenes, como muchos españoles en su día también hicieron o hacen.
Pero la inmigración de personas de países subdesarrollados, en guerra, bajo gobiernos autoritarios crea una mayor polémica debido a que las personas que llegan lo hacen buscando una salida ante la gran precariedad que viven en sus países, desconocen el idioma, la sociedad, no poseen una cualificación profesional para poder trabajar lo que supone que su abanico laboral queda muy reducido acabando muchas veces explotados laboralmente por personas sin escrúpulos o subsistiendo con la venta ambulante ilegal muchas veces pertenecientes también a mafias.
Esta situación provoca:
Parte de la sociedad no ve con buenos ojos que se destinen recursos para acoger a estas personas y que se produzca un efecto llamada al ya de por si alto nivel de inmigración irregular que se produce en España unido al que procede de algunos países de la comunidad europea.
Este problema que se produce con la inmigración en España lo sufren otros países del mismo entorno europeo tomando cada uno diferentes soluciones para afrontar la llegada sin control de personas, desde el cierre de fronteras hasta un control más exhaustivo de estas.
La inmigración como único modo de supervivencia ha creado un problema social a los países receptores de los flujos migratorios ya que por un lado está el deber humano de acoger a aquellas personas cuya vida corre peligro, pero por otro la sociedad de la nación de acogida ve peligrar la estabilidad de su sociedad.
Conseguir soluciones que palien este problema lleva aparejado un entendimiento de todos los países afectados para aplicar un protocolo común ante este tipo de situaciones.
Pero también debería establecerse medidas en los países de origen para evitar que las personas abandonen familias y hogares por guerras de poder, gobiernos autoritarios o por falta de los recursos más vitales etc.
Los campos de refugiados no son una solución, ya que supone vivir encerrados sin haber cometido ningún delito, disponer de un espacio seguro donde poder desarrollarse en su cultura, con sus familias es un derecho que no pueden pisotear quienes no respetan al prójimo.
Revisa la completa oferta formativa de Emprende Seguridad en el área de seguridad privada.