Hoy en día, muchos expertos coinciden en el hecho de que las personas en nuestro país están dejando las grandes ciudades para “volver” a los pueblos, el éxodo urbano, es una realidad, zonas más despobladas, menos contaminadas, más tranquilas, más económicas y con más posibilidades de llevar una vida sostenible que en la ciudad, pero, ¿más seguras?
En el último balance de la criminalidad en España y su correspondiente informe del año 2016, basado en las informaciones de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado (Policía Nacional y Guardia Civil), las fuerzas y cuerpos de seguridad autonómicos (Mossos d’Esquadra, Ertzaintza y Policía Foral de Navarra) y por aquellos cuerpos de Policía Local que facilitan información estadística al Ministerio del Interior, se observa un descenso del 1,2% de delitos en España, además de un descenso del 9,7% (año 2012) al 3,2% (diciembre 2016) en la percepción de la inseguridad que tiene la ciudadanía, según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas – CIS.
Así mismo, España, es el segundo país con menos muerte violentas de la Unión Europea, solo superado por Austria.
En cuanto a los robos con fuerza en domicilios, a nivel español, la variación entre los años 2015 y 2016 es de un 2,1%.
Según los datos estadísticos, podemos afirmar que estamos en un entorno relativamente seguro y que la percepción de la ciudadanía así lo percibe.
El presupuesto del Ministerio del Interior aumento un 4% en el año 2016, las inversiones en la Guardia Civil (cuerpo con las competencias de seguridad en el ámbito rural en España) ascendió hasta los 38,7 millones de euros y su presupuesto total se cifró en 2.654,93 millones de euros para ese año.
Pese a este aumento económico del cuerpo, la realidad practica es otra. Según la Asociación Unificada de Guardias Civiles, la plantilla del cuerpo descendió de los 82.692 efectivos (año 2011) hasta los aproximadamente actuales 77.427 efectivos (octubre 2016), un 6,4% menos.
Este hecho coincide con un periodo en el cual los agentes prefieren destinos urbanos antes que los destinos rurales, dejando estas vacantes libres, hasta que alguien las ocupa, con la problemática que esto ocasiona.
Pero no solo son los agentes de la Guardia Civil quienes “huyen” de los entornos rurales, el propio Ministerio del Interior ha llevado una política de reagrupación de efectivos priorizando las zonas urbanas en deprimiendo de la rurales.
La Voz de Galicia, un periódico generalista de esa comunidad autónoma publicaba en febrero del año pasado un artículo titulado “La mayoría de puestos de la Guardia Civil solo abren de mañana”, en el mismo se explicaba la desaparición de diversos puestos auxiliares en la provincia de Ourense, además, de una disminución de la percepción de la ciudadanía en relación a la atención que recibían por parte de la Guardia Civil. A menos cuarteles, menos guardias civiles y por lo tanto menos atención y menos vigilancia.
El problema que hay en Ourense también ocurre en otras provincias españolas.
A pesar de la reducción de los efectivos del cuerpo de la Guardia Civil que se debe a un periodo de contención del gasto fruto de la crisis económica actual, en 2013 se impulsó la creación de los equipos “ROCA” de la Guardia Civil, con el fin de vigilar permanentemente las zonas más afectadas por los robos y hurtos en el campo.
El desarrollo de este plan ha conseguido, según el MIR, reducir los robos casi un 27% en los dos años de aplicación del plan.
¿Se equivoca el MIR en priorizar las zonas urbanas sobre las rurales? ¿Es necesaria otra política de recursos humanos en los cuerpos de seguridad? ¿Se deben potenciar los equipos “ROCA”?
Emprende Seguridad